La felicidad también está en el jardín de lo cotidiano pero para eso necesitamos el maravilloso regalo del asombro.

El día a día está lleno de oportunidades para aquel que tiene los ojos abiertos y que sabe disfrutar de cada momento.

Abandona la espada del control, suelta y deja que la vida fluya.

En esta visión del mundo que nos rodea, en esta inmensa soledad, en medio de esta inconmensurable indiferencia, lo que aporta significado lo logramos colaborando unos con otros.