Ser Coach-Mentor: Es el desafío de acompañar al otro, de navegar juntos A-mar adentro.
Ponernos al servicio de los demás desde el respeto, la aceptación y la humildad porque los seres humanos estamos diseñados más para cooperar que para competir.

Mientras más inadvertidos pasemos como cochees mejor, me preocupa ver tantas recetas de «cómos» tener éxito en la vida de pareja, en el trabajo etc, cuando creo que somos algo así como un simple “partero” de seres “poderosos» que alguien les convenció que tenían sombras.

Tengo la sensación que gran parte de lo que ocurre en un coaching tiene que ver con la experiencia de ser aceptado, respetado y tomado en cuenta, es algo así como ver al otro en su dimensión verdadera y legitimarlo.

El ser coach tiene relación con sacar las malezas del camino para permitir que la esencia hable y con ello dar alas a la belleza atrapada.

Cuantas veces he constatado que el sólo contar algo que ha permanecido en el sótano del inconsciente sana.

Acompañamos a las personas a desarmar los nudos que han hecho con las miradas familiares, sociales enseñándoles a mirar con nuevos ojos estas historias vividas desde la culpa, el juicio y que ya han hecho costra en el alma y que cuando el coachee tiene la lucidez de traducirlas cambia la emoción y el dolor comienza a descolgarse de ese ser!

Las personas somos historias y vivimos en las historias que nos contamos de nosotros mismos de aquello que nos pasa!

El poder del coach -si es que tiene alguno- reside en sus propias heridas, en su propia vulnerabilidad, en aquellas experiencias de vida que al aceptarlas en toda su dimensión despiertan la compasión y la posibilidad de empatizar y escuchar con el alma al otro.